Dignificada
Hay canciones que nos ayudan a llorar cuando alguien nos rompe el corazón, otras nos regalan las palabras para decirle adiós a la persona que ya no queremos, algunas más nos recuerdan personas que ya no nos acompañan en este mundo y otras nos abren los ojos ante cosas que antes no teníamos la capacidad de ver. Este último es el caso de la canción de la cual quiero platicar en esta ocasión.
Escuché esta canción por
primera vez hace algunos años. Me parecía muy particular por la combinación de
ritmos que contiene y porque justo en medio aparece un rap muy diferente y que
rompe con el sonido inicial. La escuché repetidas veces y no encontraba un
sentido lógico o coherente a la letra.
Claro, pude crearme ideas a
partir de ciertas frases, pero la realidad es que ciertas historias no llegan a
nosotros si no es a través de la música, o quizá es todo lo contrario: conocer
las historias nos llevan a entender las canciones y guardarlas para nosotros en
la mente o el corazón.
Son historias que los
medios de comunicación no difunden en sus noticieros, historias que nuestros
padres no conocen y por tanto no nos pueden compartir. Relatos de mujeres y
hombres que dedican su vida a otros, de comunidades que se mueven de un lugar a
otro para buscar una mejor vida, de ciudades que sobreviven a periodos de
violencia y miseria… historias como la de Digna Ochoa y Plácido.
«Hay en la noche un grito y se escucha lejano
Cuentan
al sur, es la voz del silencio
«En
este armario hay un gato encerrado
Porque una mujer, porque una mujer defendió su derecho»
Digna Ochoa y Plácido nació para defender y fue el 15 de mayo de 1964 en Misantla, Veracruz. En el 84 se graduó de la Universidad Veracruzana con el título de licenciatura en Derecho. Cuentan que durante su servicio social empezó a asesorar a personas de escasos recursos, lo que puede explicar el campo donde se desarrolló más adelante.
En 1991 se mudó al Distrito
Federal (hoy Ciudad de México) donde ingresó al Centro de Derechos Humanos
Miguel Agustín Pro Juárez (Centro PRODH).
«De
la montaña se escucha la voz de un rayo
Es
el relámpago claro de la verdad
En
esta vida santa que nadie perdona nada
Pero si una mujer, pero si una mujer pelea por su dignidad»
Durante su ejercicio como abogada, se involucró en casos penales donde se encontraban implicados el ejército mexicano y servicios de seguridad pública, Este trabajo ocasionó que, en 1996, junto a sus compañeros de PRODH, recibiera las primeras amenazas de muerte que fueron denunciadas más no investigadas.
En 1999 sufrió su primer secuestro dentro de su propio domicilio, tras este hecho se mudó por un tiempo a la ciudad de Washington durante el año 2000. En esos años, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos expidió una resolución dirigida al gobierno de México, encabezado por Ernesto Zedillo, solicitando que se tomaran medidas para salvaguardar la vida de Digna Ochoa.
De tal importancia era el trabajo de Digna, que durante su «exilio voluntario» en los Estados Unidos, recibió el apoyo de organizaciones internacionales en materia de derechos humanos como la Organización de las Naciones Unidas, Human Rights Watch y Amnistía Internacional.
«Ay morena, morenita mía, no te olvidaré
Ay
morena, morenita mía, no te olvidaré»
Para el mes de abril de 2001, Digna Ochoa y Plácido regresó a México con la esperanza de encontrar mejores condiciones para continuar con su labor. Sin embargo, a tres meses de su llegada, volvió a ser amenazada. En ese momento se encontraba defendiendo a un par de ecologistas del estado de Guerrero, así como a prisioneros zapatistas y a estudiantes de la Universidad Autónoma de México (UNAM).
«Te
seguí los pasos, niña
Hasta
llegar a la montaña
Y
seguí la ruta de Dios
Que
las ánimas acompañan»
El día 19 de octubre de 2001, Digna fue encontrada muerta en su despacho ubicado en la calle Zacatecas, número 31, en la colonia Roma. Su cuerpo, acompañado con una nota que contenía supuestas amenazas, contaba con dos impactos de bala, uno en la pierna y otro en el lado izquierdo de la cabeza.
El titular de la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal (PGJDF), Bernardo Bátiz y Vázquez (bajo la jefatura del gobierno de Andrés Manuel López Obrador) se comprometió a realizar lo necesario para encontrar a los responsables de lo que a simple vista y por lógica se trataba del homicidio de una defensora de los derechos humanos.
«Hay en la noche un grito y se escucha lejano
Cuentan
al sur, es la voz del silencio
En
este armario hay un gato encerrado
Porque
una mujer, porque una mujer defendió su derecho»
La sorpresa para todos, incluyendo a organizaciones civiles, medios de comunicación, y por supuesto, la familia y los cercanos de Digna Ochoa, fue la rara tesis, difundida por la PGJDF, para explicar que la muerte de la abogada fue un suicidio, generando una fuerte polémica alrededor del caso.
Según las opiniones y comentarios de gente cercana al caso y a Digna Ochoa, la Procuraduría llega a esta tesis debido a que no se pudo encontrar a ningún culpable durante el proceso. Algo así como: «Si no encontramos al asesino quiere decir que ella decidió matarse».
Durante
los meses posteriores, Renato Sales Heredia, el fiscal inicialmente asignado al
caso, presentó su renuncia al cargo debido a la «intensa polémica» generada por
la versión del suicidio.
¿Y cómo no iba a ser polémico? Según la tesis de la PGJDF, Digna planeó su suicidio de tal manera que todos pensaran que se trataba de un homicidio. Supuestamente (digo «supuestamente» porque yo no lo creo así, indagando cada quien podrá formar su propia opinión) en la escena del crimen había tres disparos de arma de fuego, uno de ellos en alguna pared, mismo que sirvió a Digna para probar que el arma funcionaba, el segundo impacto estaba en la pierna de Digna cuyo «plan» era desangrarse hasta morir y el tercero en el lado izquierdo de la cabeza y que sería del disparo que ella misma realizó y, que de ser verdad, representa una posición incómoda e impráctica para alguien que es diestro.
«Que
me doy mi lugar porque yo soy mujer
Que
todo lo que me pasa no me lo puedo creer
Canto,
tú y la mentira y los cholos me ven
Si
lo quiero, no quiero, es mi gusto querer»
Más adelante, la nueva fiscal asignada, Margarita Guerra y Tejada, confirmó la versión oficial donde se detalló que existieron diversos factores que empujaron a Digna Ochoa a suicidarse, esto permitió que se indagara más en la vida personal de Digna Ochoa y Plácido: que si era una persona con algún trastorno obsesivo compulsivo, que si tenía tendencia a la depresión, que si estaba resentida con ex compañeros de trabajo… se investigó de todo para que Digna fuera la culpable de su propia muerte. Quizá sin poner atención en las lesiones que el cuerpo de Digna mostraba en orejas, labios y cejas. Explicando que la nota encontrada junto al cuerpo de Digna no se trataba de una amenaza realizada por algún tercero si no una queja escrita por la misma abogada antes de su muerte.
«Que tu carne a mi carne, dame taco de res
Los
prefiero y los quiero al que me dé de comer
Ya
probé el que es ajeno, es el pan que no quiero
Que
la voluntad del cielo me mande al primero
Que
me quiera como soy, a ese sí que lo quiero
A
ese sí que lo quiero, a ese sí que lo quiero»
Pensar en la muerte de Digna como un suicidio sería desestimar las amenazas recibidas por ella y sus compañeros de trabajo en el pasado, sería pensar que la persecución y vigilancia a los miembros del Centro PRODH eran falsas, sería también pensar que su trabajo a favor de campesinos y en contra de caciques no podría generar represalias, sería ignorar la incapacidad de un gobierno federal al que no le conviene que se culpe al ejército o a la policía del asesinato de una activista y sería pecar de ingenuidad al creer que dicho asesinato no afectaba las aspiraciones presidenciales de un jefe de gobierno.
«De
la montaña se escucha la voz de un rayo
Es
el relámpago claro de la verdad
En
esta vida santa que nadie perdona nada
Pero
si una mujer, pero si una mujer pelea por su dignidad»
Contar y recordar la historia de Digna Ochoa y Plácido es necesario hoy más que nunca para visibilizar el trabajo y la situación de los defensores de los derechos humanos, activistas y periodistas. Y conocer las historias de las mujeres, de los niños, de los campesinos que son defendidos por las aquellas personas que deciden dedicarse a defender al otro y a quienes el estado no les proporciona las condiciones para que lo logren.
«Ay morena, morenita mía, no te olvidaré»
Historias como la de Digna no pueden ser olvidadas.
«Madre preciosa (Ruega por ella)
Madre
cariñosa (Ruega por ella)
Madre
misericordiosa (Ruega por ella)»
Y es así como una canción te lleva a una historia, la historia te regresa a la canción y ya no entiendes una cosa sin la otra.
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