ROAR


¿Qué le puedo decir? Conocerla me cambió la vida y mucho. Quiero decirle que la quiero mucho, que le agradezco todo lo que hizo por mí desde que nos conocimos.

Recuerdo mucho cuando la observaba, tan alta, tan bonita, siempre fresca, dominante, segura de lo que decía, mostrando sus desacuerdos o haciendo alguna llamada de atención.

Usted es la primera mujer, en lo profesional, que tengo como referencia de una persona empoderada, poderosa, fuerte, segura, aguerrida, guerrera… y un día, sin saber yo el porqué, me invitó a trabajar a su lado. Yo no me imaginaba la avalancha de bendiciones que vendrían después de pronunciar el sí,

Gracias por confiar en mí, por apoyarme, por empujarme, por invertir en mí, por darme consejos, por cobijarme con su experiencia cuando yo no tenía ninguna.

Gracias por ese primer viaje a Chihuahua, a esas reuniones de consejo. Gracias por darme la experiencia de viajar en avión, gracias por obligarme a sacar mi licencia de conducir, por entregarme al señor «R», gracias por empujarme a tener mi primer auto, mi carrito gris. Gracias por confiar en que yo podía capacitar a cientos de colaboradores, por creer en que podía hacer más que solo mi trabajo.

Gracias por ser mi jefa, mi maestra, mi mentora. Por continuar ayudándome aun cuando ya no tenía usted una razón que la obligara, por darse el tiempo para los desayunos, las comidas y los cafés. Gracias por ese negocio fallido, por motivarme y aplaudir mi trabajo en un museo. Gracias por estar conmigo desde el primer día.

Siempre la voy a recordar. Gracias por leerme y escribirme, por hablarme de seguros para carros, casa, de vida y de ahorro. Gracias por ese punto de vista cauteloso antes las decisiones que yo iba tomando.

Gracias por decirme que yo era «chispa» para hacer las cosas y por ver en mí lo que yo en ese momento no podía. Sigo en el camino y le prometo que así voy a seguir. Trabajando en ello para ser exitoso y usted se sienta orgullosa de mí.

Voy a llegar muy lejos y así como usted impactó mi vida de esta manera tan grande e inolvidable, yo haré lo mismo. ¿Cómo? Ya veremos. La referencia será, como una vez me dijo, «haga lo que haga, lo que usted decida, sea el mejor, el mejor de todos».

Como muchas personas, me quedaré con su recuerdo, imaginando su cabello negro y largo, sus zapatos de tacón y sus vestidos bonitos. Me quedaré con la manera en que nos saludábamos, abrazándonos y tomándonos las manos.

Me quedo también con el recuerdo de aquel desayuno en el que tomó mi mano y me dijo que me quería y que le echara muchas ganas. De usted aprendí que las cosas no se dicen, se hacen (aunque sigo trabajando en ello).

Gracias, mi jefa del gas, por mostrarme y abrirme las puertas de un mundo que no me imaginaba y del cual me sigue quedando mucho por conocer.

Así la recordaré siempre, como esa mujer fuerte, capaz, trabajadora, que cuando me vio llorando me pasó una cajita de pañuelos.

La quiero mucho, la voy a llevar siempre en mi memoria y en mi corazón hasta el final.

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