Bad Bunny y realidades sociales
«Yo quiero comprarle un Ferrari a mi novia, pero no puedo, no tengo dinero», así inicia una de las canciones del álbum «El último Tour del Mundo» del famoso Bad Bunny.
El caso particular e importante de esta pieza es que
aborda temas que, en lo personal, me parecen muy importantes.
El protagonista de esta historia, de la canción, nos
habla en un principio de ese deseo que tiene de regalarle a su novia un
automóvil de una marca que está fuera de las posibilidades (actuales) de
muchos, si no es que de todos los que estamos leyendo estas palabras. Después
de haber expresado el deseo, nos cuenta la razón por la que no es posible
cumplir ese deseo. Simplemente no tiene dinero.
Lo interesante es que justo después de decir que no
tiene dinero, nos explica los porqués.
«Siete año’ estudiando hasta que me gradué, pero no
encuentro trabajo en eso que estudié», dato que se confirma con datos duros.
Tan solo en México, la tasa de Subutilización de la Fuerza de Trabajo dio un
salto del 18.1% en el primer trimestre de 2020 a un 36.6% en el tercer
trimestre del mismo año, según datos de la Nueva Edición de la Encuesta
Nacional de Ocupación y Empleo (ENOEN) realizada por el Instituto Nacional de
Estadística, Geografía e Informática (INEGI).
Esto quiere decir que en el país no se están creando
suficientes nuevos empleos para atender a las personas en edad productiva o que
estas personas están trabajando menos horas de las que podrían laborar para
obtener un mayor nivel de ingresos.
Otro dato importante, es que, en el mismo trimestre de
2020, la Tasa de Desocupación llegó a un 6.4%. Un aumento de 2.1% en
comparación el primer trimestre de 2020. Es decir, los datos que ya eran
preocupantes, muestran que la situación se agravó durante la pandemia que ya
todos conocemos. En resumen, muchos en México tampoco podríamos comprarle un
Ferrari a nuestr@s novi@s.
Pero ¿por qué un Ferrari y no un vehículo semi nuevo a
mejor precio? La realidad es que muchos de nosotros anhelamos que nuestra
realidad sea otra realidad, no está mal, pero la realidad nos muestra «otros
datos». (Demasiada «realidad» en un solo párrafo).
Una de las principales razones es que somos parte de una
sociedad consumista que, si bien tiene más información a su alcance, sigue siendo
controlada por diversos intereses políticos, económicos, etc. Como diría
Eduardo del Río (Rius) en algún extracto de su serie impresa Los Agachados
«Desde la T.V. se nos ordena qué comprar, qué vestir, qué medicinas tomar, qué beber
e incluso cuándo externar nuestros más íntimos afectos: los comerciantes nos
dominan».
Y continua «¿Se les hace exagerado? Véanlo con ustedes
mismos: cómo visten, cómo comen, qué beben, en qué se divierten…».
Además de esto, a veces nos volvemos ciegos… o como
diría mi madre «nomás para lo que te conviene». En 2019, una encuesta arrojó
que el 60% de los encuestados (mexicanos) se consideraba de clase media. Mientras que el Consejo Nacional de Evaluación
de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL), para el 2018 estimaba que solo
el 21.9% de la población es no pobre y no vulnerable. El resto, se encontraba
en alguna situación de pobreza, pobreza extrema, de vulnerabilidad por ingresos
o por alguna carencia social (como acceso a servicios de salud, educación, vivienda,
etc).
Y lo más seguro es que al sentirnos parte de esa clase
media (no tan amplia, por cierto) gastamos más de lo que ganamos, quizá no en un
Ferrari pero si en alguna tiendita departamental, un cafecito o un viajecito.
Pero volviendo a nuestro protagonista, mejor dicho, el
protagonista de la canción de Bad Bunny, además de querer comprar el Ferrari,
de no tener dinero ni trabajo relacionado a lo que estudió, el chavo nos cuenta
que una noche antes tuvo un sueño. En ese sueño, se compró un palo y asaltó a
alguien y antes de despertar explotó el Capitolio y a todos esos cabrones con
sus monopolios y como él mismo lo dice «me mataron».
Esto, claramente nos da a entender, que al menos en el
sueño, este joven encontró una manera de ganar dinero algo ilícita y un poco violenta.
Luego de eso, las cosas se hicieron más grandes hasta que muchas balas entraron
en su cuerpo y pusieron fin a su vida, hechos que no difieren de las historias
de miles de jóvenes en nuestro país.
Según datos del INEGI, de 2007 a 2018 fueron asesinados
59 mil 779 jóvenes de entre 15 y 24 años. Y para el 2018, el 40% del total de
asesinatos se concentró en el rango de edad de 20 a 24 años. No podemos asumir
nada con esta información y hacerlo sería un error, habría que ir más a fondo, pero
es claro que los números son el resultado de una serie de factores que al final
del día involucran a una víctima, a un victimario y que traen consigo daños
colaterales.
Lo bonito, romántico y triste de la historia es que su
novia llegó con un Ferrari al velorio. Afortunadamente esa parte de la canción solo
era un sueño.
En el fondo, espero que nuestro protagonista, al
despertar tuviera oportunidad de visualizar y de soñar con otro futuro, uno
donde el Ferrari esté incluido pero que no incluya la decepción ni la
desesperanza, ni la violencia ni la miseria.
Una realidad donde para salir de pobre bastara con
estudiar y echarle ganas, porque todos sabemos que a esa fórmula le falta algo
más.
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