La política es una mierda
Desde hace algunas semanas se han dado a conocer los nombres de aquellas mujeres y aquellos hombres que aspiran a ocupar un puesto de elección popular. Mi primera reacción fue algo así como “Oh, vaya desilusión”. Ninguna cara nueva, ningún nombre nuevo, nada diferente, todo igual.
El partido azul cambiando al que sería su candidato natural por un priista que luego se volvió morenista. El partido tricolor, como siempre unánime, apuesta por las mujeres como una carta para diferenciarse de los demás pero que tendrán que cargar con la desgracia que ya representa el partido. Mientras que el partido que tiene todas las posibilidades de ganar elige, mediante encuestas cuya metodología resulta extraña, a un pésimo candidato (desde mi punto de vista).
Es natural que nuestra reacción frente a este panorama político y visualizando las campañas que se vienen, nuestra mente se llene con frases parecidas a la del título (misma que elegí para llamar la atención). Sin embargo, al prestar más atención y al hacer un análisis medio profundo podemos llegar a otras conclusiones, y más que conclusiones, acciones para cambiar aquello que no nos gusta.
Siempre nos quejamos de los pésimos candidatos y candidatas, de los horribles modales de algunos servidores públicos que laboran en algunas dependencias gubernamentales, de los “horribles” servicios de salud… y si le buscamos, la lista se hace interminable. Hasta llegar a temas de ausencia de justicia, inseguridad y hasta problemas de salud pública.
Frente a ese pensamiento, me vino otro totalmente contrario. Un contraste que, en lo personal, también me parece muy importante. Y quiero dar crédito a Adriana Greaves, de TOJIL, por este pensamiento.
Nos ha gustado enemistarnos con el gobierno en general. Se ha convertido un lugar común decir que todo político o servidor público es corrupto, mediocre, bueno para nada y es muy fácil juzgar si nunca hemos estado dentro.
Es como cuando vamos a una entrevista de trabajo, nos cuentan sobre la chamba y existe algún detalle que no nos convence y decidimos no aceptarla.
Entonces, si nosotros que estamos tan preparados, que estuvimos en las mejores universidades, que nos creemos tan capaces y somos tan críticos del gobierno, no queremos tomar los puestos disponibles y volvernos legisladores, oficiales, ministerios públicos o lo que sea, si nosotros decimos que sabemos cómo hacerlo bien y no queremos entrarle al día a día, a la operación, entonces dejamos esos lugares abiertos, justamente, a personas que no tienen las competencias para desarrollar la chamba de la mejor manera.
Y ante esto vamos a decir: ¡Como si fuera tan fácil!. ¡Claro que no lo es! Pero si es la única manera… O ¿no nos hemos dado cuenta de que los casos mediáticos en los que la gente exige justicia se resuelven casi de manera inmediata a través de la fabricación de culpables para que la carpeta se cierre y se olvide pronto? ¿Es cierto que eso es lo que queremos?
Lo importante y lo relevante es que busquemos la manera de ir cambiando, como dice Bill Sahlman “Nunca es la idea; siempre es la ejecución”, y la realidad es que no hemos encontrado la manera más efectiva para ejecutar todas esos reclamos y exigencias que tenemos en nuestras mentes.
¿Tú crees que esa sea realmente la fórmula? ¿O crees que se puede contribuir de otra manera? ¿Tú cómo lo haces? ¿A través del voluntariado, de la generación de empleos, de la cultura y el arte?
Yo sigo en la búsqueda.
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