Una extrañeza en mi cabeza
Se ha convertido usual mencionar palabras sin conocer lo que realmente significan o implica su utilización. Es como decir que estás deprimido cuando solo te sientes triste o que eres bipolar cuando en realidad eres una persona a la que solo le gusta hacer berrinches de la nada. Pero me pregunto cuánta gente realmente ha sentido eso. Eso que hace sentir de todo y a la vez nada. De pronto es un momento, a veces es un día entero, o una semana, quizá un mes o todo el año. Ese instante que puede marcar un antes y un después en ti, porque antes no eras consciente de tu respiración y de pronto te das cuenta que sí, que respiras demasiado rápido y que sientes el aire acabarse. Tu corazón bombea a madre, súper rápido, sin freno. Te agarra cuando estás sentado frente a tu computadora, o cuando vas camino al trabajo, cuando vas a la cafetería o justo antes de dormir y tú te imaginas ese golpe en tu cara, o ese disparo en tu cuerpo, la mala noticia que anuncia el accidente de automóvil, el secuestro o la muerte. Te imaginas yendo al funeral y viviendo una vida después del suceso y te imaginas la tristeza permanente después de que tu mamá o tu hermana se mueren. Te ves a ti mismo, a ti misma, abriendo la puerta, presionando el botón, encajando el cuchillo o golpeando la cabeza con la piedra que agarraste antes de entrar. Se te olvida que vas a enviar un correo, la llamada y el reporte que debías enviar hoy mismo. Eso pasa por las noticias que leíste, por el chisme que te contaron, por el vehículo que pasó a más de noventa kilómetros, la persona que duró más de cinco minutos afuera de tu casa o el chavo que lavó los carros la semana pasada. Te sientes más seguro estando encerrado pero no en casa, porque si estuvieras ahí te mantienes pegado a la ventana, observando al que pasa, a la que se detiene, sospechando del que instala la línea telefónica y de quien trae lentes oscuros. Tampoco te gusta ir a walmart porque te observan, te siguen, traen gorra y caminan despacio, ahí te gustaría estar acompañado pero no tanto, porque si se mueren todos entonces sería tu culpa por no hacer algo para evitarlo. Te gusta estar en la oficina o el restaurante, bueno, tampoco es seguro en ninguno de los dos porque sabes que te pueden marcar y darte la mala noticia, o entrar por la puerta principal con armas en mano y llevarse los cien pesos que traes en la bolsa. Entonces prefieres andar en tu carro, tu carro en el que sentiste que te siguieron hasta el puente, pero no tan seguro porque también existe gente que te baja del carro y se lo lleva o se lo lleva sin bajarte de él, aunque tire aceite prefieres conservarlo que comprar uno nuevo porque un carro nuevo llama la atención y entonces la gente cree que el dinero te sobra y sabes que abriendo el portón te suben a una camioneta sin placas y te llevan a algún lugar para pedir el dinero que tu familia no tiene y piensas que casi es mejor morir para evitarles esa situación. Volteas para un lado y para otro, subes y bajas la mirada, tu mamá se enoja porque te habla y no le pones atención porque no te fijas al cruzar la calle en lo que debes de fijarte, porque pones alarmas en las puertas que complican la entrada y salida de todos los que viven en casa, porque ya no disfrutas caminar en el parque ni beber cervezas en el patio de enfrente, no porque no quieras sino porque no puedes, así como no puedes prestarle atención a tu mejor amiga mientras habla de su ruptura amorosa ni continuar la plática sobre el nuevo trabajo de tu amigo a quien conociste en la secundaria. Hoy en día te da gusto dormir, algo raro hace algunos ayeres cuando pensabas que dormir era perder tiempo, ahora es la única manera en la que tu respiración se controla, en que tu mente se aleja, la forma en que el miedo deja de invadirte, aunque sea por algunas horas porque al sonar la alarma, al amanecer, lo primero que harás es asomarte por la ventana tratando de prevenir algo, lo que sea, como si el simple movimiento de mover la cortina y mirar hacia afuera pudieran evitar que el ciclo se vuelva a repetir, que lleguen a ti todas esas cosas que no suceden pero que si se sienten.
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