AMLO vs el mundo


Hace algunos días iniciaron las campañas políticas locales. Ahora sí, vamos a pasar (como ya es costumbre) algunos meses de sobre exposición a espectaculares, banners en redes sociales que contienen la cara de muchos desconocidos y algunos otros famosillos, tamborazos en las esquinas de las avenidas principales y calcomanías pegadas en la parte trasera de los vehículos. 

Así mismo, durante los últimos meses o quizá durante los últimos dos años he escuchado frases como “AMLO nos está llevando a la chingada”, “el viejito está loco”, “puro huevón votó por él”, etc. 

El tema que aquí quiero abordar no es una cuestión de quien puede ser una mejor opción porque estoy seguro que muchos coincidirán en que de un tiempo para acá no se vota por la mejor opción sino por la menos peor. Más bien quiero ver esto desde un punto de estrategia para la obtención del voto. 

El actual presidente del país puede ser tan bueno como sus defensores lo quieran ver o tan malo como sus detractores lo quieran dibujar. En eso cada uno tiene razón (para no caer en debate). Muchos argumentan que Andrés Manuel llegó al poder porque la gente “pendeja” o “ignorante” votó creyendo que salvaría a México de la corrupción, la inseguridad, el desempleo y de todos los problemas sociales que han ahorcado a nuestra tierra desde hace años y cuyos índices se elevan conforme pasa el tiempo. 

AMLO ganó las elecciones de 2018 con el 53.19% de los 56 millones 611,027 votos que se recibieron ese año. Es decir, al otro 36.48% de la población con posibilidad de votar no le convenció ninguno de los candidatos que participaron en la contienda electoral. Considero que ahí radica el verdadero problema. 

Lo que me hace pensar que aunque unos están de un lado (a favor), otros del otro lado (en contra) y otro más de ninguno (los indecisos o indiferentes) a todos nos caracteriza que seguimos esperando que una persona con su equipo de trabajo genere las condiciones para que nuestro país sea próspero y de primer mundo. Todos, desde nuestro punto de vista, sea cual sea, nos quejamos pero la realidad es que accionamos poco. 

Existe una realidad, en estos momentos, la figura de Andrés Manuel es tan fuerte que permea a todos los candidatos del partido en el poder, a todos, incluso a los que no son ni buenos políticos ni buenos candidatos. Esto se puede deber a su carisma, a los programas sociales o cualesquier razón. 

La estrategia que debería seguir la oposición, misma que ya están tratando de aplicar, es la de unir fuerzas sin importar ideologías, colores o siglas. El error en la estrategia es que por más unión que exista entre el PAN, el PRI y el PRD, sus candidatos siguen siendo los mismos que ya hemos visto con anterioridad. La realidad es que la oposición debe conseguirse a un AMLO para acabar con AMLO. 

¿Y quién podrá ser? ¿Samuel García? ¿Javier Corral? ¿Diego Sinuhé? ¿Enrique Alfaro? ¿Silvano Aureoles? ¿Alfredo del Mazo? ¿Margarita Zavala? ¿O quizá Ricardo Anaya, que obtuvo 1.3% menos votos que Josefina Vázquez Mota (quien quedó en tercer lugar en las elecciones de 2012)?

La realidad es que no hay, por el momento, un perfil que sea de real contrapeso para el actual presidente. Alguien que pueda, para el 2024, jalar al menos unos 30 millones de votos ¿o sí?

Y bueno, luego de esta mini estrategia de “forma” y mediática, sería necesario irnos a las profundidades de nuestra sociedad. 

¿Por qué pensamos como pensamos y votamos como votamos o porqué dejamos de votar? ¿Qué cosas nos mueven, en qué creemos y en qué ambiente crecimos? ¿Por qué la gente “inteligente y culta” no voltea a ver a los “ignorantes” y los (nos) ayuda a salir de esa espiral? ¿De verdad se sale adelante echándole ganas o se trata de factores como estar en lugar correcto, con la gente correcta? 

La preguntas pueden continuar, lo importante es buscar las respuestas y saber que esto va más allá de un AMLO o cualquier otro personaje…



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