Despedida



«Lo que está ausente se aprecia más, 
como si pudiéramos mirar 
a través de un lente con mayor afecto.
Mirarlo así nos hace definir 
de otra forma nuestro sentir 
con una parte desde dentro que lo goza 
y que busca extrañar, añorar.
En un estado de existencia 
que está siempre al borde del sentimiento».

Lila Downs


Ayer me enteré, sin querer, de tu partida, de que ya no estás en este mundo al menos de manera física. No lo podía creer y aún no lo hago. Tampoco creo la manera en que sucedió y que no me haya dado cuenta antes, la realidad también es que nuestras vidas no formaban parte una de la otra. 

Me dormí tarde leyendo nuestras conversaciones y llegué a aquel día en que me dijiste que te encantaba hablar conmigo y yo sentía lo mismo. 

Sé que no me puedo tirar al piso y desgarrarme por tu muerte, eso creo yo, porque solo fueron algunos meses lo que tuvimos contacto pero el sentimiento que me llena ahora es tan fuerte, sobre todo porque fuiste una persona que me gustaba, no estoy muy seguro si las leyes de la vida me permitan decir esto porque nunca estuve frente a ti, nunca toqué tus manos, nunca te abracé, nunca caminé a tu lado, nunca fuimos al parque, nunca conocí las cosas que te podían hacer enojar, nunca conocí a tus amigos a quienes tanto querías y tanto mencionabas.

Siempre tuviste razón, nunca nos íbamos a conocer, nunca estaría yo en tu ciudad ni tú en la mía, me lo decías a pesar que de constantemente yo afirmaba lo contrario. «Primero voy yo y después tú vienes a Juárez». Y me decías «jalo».

Y aunque hay tantas cosas que no pasaron, tantas cosas que no hablamos, existieron muchas más que si recuerdo y que quiero atesorar.

Por ejemplo, todos los videos que me enviabas cuando andabas de fiesta, las fotos de tus amigas y amigos, de aquella vez que fuiste al cine, las palabras regionales que me enseñaste, tu obsesión con esa canción a la que yo nunca le he encontrado sentido, cuando me decías que tu cuerpo no soportaba dos días de fiesta seguidos, cuando me escribías después de medianoche… pero recuerdo también tu voz y que a mi me parecía la voz de un verdadero norteño. Te burlabas de mí por como pronunciaba la «ch». 

Y recuerdo mucho la ocasión que hablamos hasta tarde, esa vez que me hiciste descubrir que en México existe una playa de nombre Bagdad y con eso entendí la canción que tanto escuchaba yo en ese entonces. Recuerdo que eras de las personas que se dormían tarde y se levantaban temprano para ir a trabajar, que trabajabas mucho y de cuando me contaste de los exámenes de inteligencia que te hicieron en los que saliste en súper altos niveles. 

Yo no sé si las cosas hubieran sido al revés tú estarías haciendo una carta para mí pero, siendo sincero, no me importa. Quizá este sentimiento tan fuerte es solo por no haberme atrevido a visitarte alguna de las tantas veces que estuve cerca o por no haber cedido ante mi «orgullo» y encontrarme contigo aquella vez que coincidimos en la misma ciudad. Lo hecho y lo no hecho ya está pero aún así me pregunto porqué la hondura de este sentimiento.

Hoy todas las canciones me recordaban a ti, me sonaban a despedida, a perfección, a cosas imposibles, a ilusión y no me podía concentrar. Lo único que quería era llegar a casa para empezar a escribirte, a disculparme, no contigo pues nunca formé parte de tu vida ni de tus recuerdos. Disculparme conmigo por no atreverme un poco más, por no ir más allá y cruzar la barrera de la distancia para conocerte y que pasaras por mí a la central de autobuses y comer juntos los tacos que tanto me presumías.

Por otro lado, estar lejos pudo ser lo mejor porque nunca conocí algo malo en ti. Tal vez, al estar contigo me daría cuenta de que eras más bajito o más alto de lo que lucías en las fotografías, quizá mi forma de caminar no te iba a gustar o mi manera de comer o la manera en que me expreso. 

Al contrario, las ventajas de haberte conocido así es que pude ver y conocer un parte positiva y casi perfecta… me compartías tu días, tus enojos a los cuales yo respondía con un chiste, los corajes que hacías, las fiestas a las que ibas y me decías tantas cosas que a mí me parecen bonitas. 

Te confieso que me hacía mucha ilusión saber de ti, tener la esperanza de algún día conocerte. Tal vez por eso tengo un hueco en el estómago, porque fue perfecto, fue bonito, todo fue ilusión y, para bien o para mal, así se va a quedar. Nunca conoceré tus demonios y no conocerás los míos. 

Ojalá que hasta el último día recordaras esa camisa que te envié en tu cumpleaños, tu amiga me ayudó a elegirla, aunque originalmente nosotros queríamos una amarilla que nunca pudimos encontrar. Cuando supe que ella había partido contigo el impacto fue mayor. No lo podía creer, leí todo y me daba tanta tristeza. Cuando no conoces a las personas, uno se crea imágenes con lo que tiene a la mano y yo te veía tan lindo, alegre, contento, fiestero y no creía que habías partido con una de tus compañeras de aventuras, la que me ayudó a acercarme a ti y que también se emocionó conmigo por ese regalo de cumpleaños.

Como te dije, leí todo lo que nos escribimos, desde el principio y hasta la última de las palabras. Te volví a ver bailar y escuché tu voz más de una vez solo para recordarte. Un día me dijiste que querías vivir mucho y aunque te fuiste demasiado pronto de este mundo puedo ver que enseñaste a muchos a vivir al máximo.
Lo más seguro es que estoy exagerando pero ni el cerebro ni el cuerpo distinguen entre la realidad y lo que no lo es. Yo a ti te sentí real y te quería real y así fue este corto tiempo. 

Lamento mucho no haber comido ese elote contigo, lamento no haber caminado por la rotonda ni haberte llevado al circo. Probablemente en los próximos días te seguiré recordando y me seguiré lamentando pero eso ya no vale… no estoy seguro de lo que depare el futuro pero de lo sucedido me quedo con todo. Todo lo lindo, todo lo bonito, la emoción, la ilusión, las risas, el juego y el tiempo y aunque fuimos unos desconocidos me quedo con esa parte de ti que me compartiste. 

Estoy seguro que de vez en cuando voy a volver a tus fotos, a alguna grabación que me recuerde al Gerardo que creí estar conociendo pero nunca lo hice. Por tu personalidad, tal vez te estarías riendo de mí pero lo hago también para ser consciente de lo bonito que sentí y al mismo tiempo que lo nuestro no fue y no será ya. Pensándolo bien, si fue, fue otra cosa, algo que no sé cómo nombrar pero que sin duda existió y pruebas tengo. 

Espero que hayas sido muy feliz, que disfrutaras hasta el final… estoy muy seguro que así fue. Podría decir que te quiero, quiero lo que pude ver y que te quiero recordar. 

Me duele saber que jamás tendré esa oportunidad pero quizá es este el momento para dejar de posponer, dejar de aplazar y hacer el miedo a un lado. 

Si es que existe la posibilidad, te veo pronto y si no, fue un placer, un gusto saber de tu existencia en una forma que hace algunos años hubiera sido imposible. 


Hasta siempre.

19 de octubre de 2021


Comentarios

Entradas populares