La persona adecuada


“Demasiadas personas están en busca de la persona adecuada, en lugar de tratar de ser la persona adecuada”.

Gloria Steinem.

Yo no sé si es por culpa del mundo, la sociedad o la familia, pero muchas personas hemos dicho frases como las siguientes: que sea inteligente, sea bonita, que sea guapo, que le guste leer, que tenga dinero, que tenga un buen trabajo, que sea espléndid@, que le gusten los deportes, que no sea conformista, que hable más de un idioma, que le guste trabajar, le guste viajar, se lleve bien con mis amigas, mis amigos o mi familia, que sea talentos@... Y puedo seguir escribiendo un montón de atributos con los cuales nos gustaría que contara nuestra pareja o nuestro compañero de vida. 

Hace algún tiempo leí una frase que me hizo mucho reflexionar y llegar a tres conclusiones, mismas que enlisto a continuación:

Primero: la persona adecuada

Estamos muy clavados en la idea de que nuestro ser ideal tiene o debe tener tal o cual característica para hacernos felices o, por lo menos, para que tenga el privilegio o la fortuna de acompañarnos en nuestro camino. 

Como si tuviéramos la capacidad de armar a una persona con piezas de LEGO para que cumpla las expectativas que hemos creado, cubra las carencias con las que hemos crecido o satisfaga las cosas que creemos merecer. 

Segundo: tratar de ser la persona adecuada

Y nosotros ¿qué ofrecemos? Es decir, si alguien llega y nos dice “¡oye, tú! ¿porqué eres la persona adecuada?”. ¿Nosotros qué responderíamos? ¿Tenemos todas esas virtudes exactas que alguien más tiene en su lista? ¿Somos el gran partido para la persona de enfrente? ¿Tenemos metas, somos ambiciosos? ¿tenemos el dinero, la personalidad? ¿nos llevamos bien con l@s amig@s y la familia? ¿somos cultos, interesantes y, además, buena onda? ¿Tenemos la visión y la ambición?

Es interesante hacernos estas preguntas, porque una frase común entre nosotros es decir: “esto es lo que soy, tómalo o déjalo”. 

Tercero: la persona adecuada ¿para quién? 

Lo que me llamó más la atención al estar reflexionando sobre este tema es que, de manera constante tratamos de hacer dos cosas: primero, buscar que otros nos “complementen” y segundo “complementar” a otros. Cuando lo chido sería ser la persona adecuada para nosotros mismos. Es decir, ser nuestro propio complemento para sentirnos cómodos en el silencio de nuestra habitación, en la soledad de una caminata o cuando nos situamos frente al espejo. 

Convertirnos en la persona adecuada para nosotros mismos y luego compartirnos con los demás, llenar antes nuestros vacíos, explotar nuestros talentos, querer sin restricciones, abrazar nuestros miedos. Ser el mejor compañero, el mejor amigo de la persona que vemos en el espejo. No es fácil, no todos queremos. Sin embargo, al hacerlo, con solo intentarlo, estaríamos dando al mundo lo mejor de nuestro ser y, al mismo tiempo, recibiendo lo mejor de todos los demás.


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