Hasta que sea suficiente


Estamos pasando por un momento. Por un tiempo como el que todos pasan y a todos nos sucede. 

Un momento en el que, probablemente ya sabemos lo que tenemos, lo que queremos o lo que debemos hacer, sin embargo algo no nos deja continuar. Algo no nos permite tomar esa decisión que, si por nosotros fuera, ya hubiéramos tomado hace algún tiempo. 

Volver, irnos, empezar, soltarnos, hablarnos, gritarnos, poner un alto, volar, dejar ir… cualquiera que sea ese movimiento estratégico que queremos que suceda no llegará hasta que sea el justo momento. 

Tal vez sentimos que ya fue mucho, nos sentimos cansados, desesperados, estresados, sin fuerzas y con ganas de cambiar la situación de una vez. Pero la realidad es que, como en muchos casos, solo se trata de esperar.

Esperar a llegar al límite, esperar a estar a punto de explotar, tan agotados, tan desanimados, tan hartos que no nos quede otra opción mas que cambiar, aceptar o dejar aquello que nos mantiene en este estado. 

Sea una persona, un espacio, una situación, un trabajo, una casa, una ciudad o un país. 

Al mismo tiempo me pregunto ¿de verdad? ¿Tenemos que soportar? Y creo que la respuesta es no, no tenemos que soportar pero sí debemos dejarnos sentir eso que estamos sintiendo y saber que no es malo ni bueno, que lo que estamos viviendo es solo un proceso para obtener la información que necesitamos para poder llegar a donde queremos llegar, para acercarnos a las cosas que queremos y en un sentido más profundo, ser lo que queremos ser. 

Suena fácil pero no, no lo es. Porque a nadie nos gusta sufrir ni queremos ver sufrir a la gente que amamos, no nos gusta ser vulnerables pero solo experimentando en carne propia, en nuestro cuerpo, en nuestra piel, en nuestra mente, cerebro y corazón estaremos en posibilidad de recibir esa información.  Solo así conoceremos lo que es adecuado para nosotros, nuestro momento y nuestra situación. 

Alguien dijo que a veces necesitamos ser lo que no somos para llegar a ser lo que somos en realidad, y aunque es complicado y es difícil, no podría estar más de acuerdo. 

Así que hoy nos invito, empezando por mí, a darnos permiso para sentir lo que estamos sintiendo, a hacer lo que queremos hacer sin juzgar, a dejarnos ir ante lo que tenemos enfrente. 

Invitarnos a levantar el teléfono, a dar ese beso, aceptar la invitación, o enviar esa invitación, soñar despiertos, abrazar, a quedarte hasta tarde, comprar el boleto, reservar el vuelo,  a sacarla a bailar, encender el auto... o hacer cualquier cosa que en este momento tenemos ganas de hacer y que se siente bien aunque no tengamos ni puta idea de a dónde nos llevará.

Y por supuesto, que también dejemos fluir la tristeza, el enojo, el coraje, la frustración o cualquier cosa que creemos que nos aqueja… y sí, digo “creemos” porque nada nos aqueja en realidad. Es solo que a veces las cosas no salen, no nos llevan o no nos convierten en lo que nosotros queremos. 

Se llaman experiencias, experiencias que seguirán repitiéndose en nuestra historia una y otra vez hasta que, de verdad, sea suficiente y aprendamos que de esto se trata la vida. 




Inspiración: El camino de regreso hacia mí, Mely Medrano (Audiolibro). 

Comentarios

  1. Cuando sentimos una incomododad es nuestra intuición la que se manifiesta, nos habla en voz bajita que es hora de movernos.

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    1. Linda interpretación. A veces se me hace complicado al momento de pasar a la acción. Muchas gracias por leer!

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