Aprender de verdad
Hace más de un año, sin saberlo, me aventuré a experimentar un montón de cosas que si me hubieran preguntado si debía o si podía hacerlas hubiera dicho que no. ¿Por qué? Bueno, esto se trata este Taco de Palabras.
Me gusta mucho aprender a través de los libros, de podcasts o de platicar con la gente. De un tiempo para acá he visto a estas herramientas y a las personas como verdaderos maestros. Siempre he creído que es posible aprender de todo a nuestro alrededor.
El problema con esto, fue cuando empecé a hacer cosas que quería hacer, que me llamaban la atención o que simplemente se sentían bien, y que al mismo tiempo creía que no encajaban con lo que yo había aprendido en el pasado y eso me causaba (y me causa) muchas emociones no tan placenteras como culpa, tristeza, enojo y ahí le dejo porque la lista puede hacerse muy larga.
Me preguntaba ¿por qué siento esto? ¿por qué lo hago si no coincide con aquello que yo había leído en algún libro o con un consejo bien intencionado de alguien?
Y la respuesta apareció, aunque siento que se fue generando desde antes, mientras leía “Una llamada al amor” de Anthony de Mello.
En uno de los capítulos, el autor aborda el tema de las realidades y las fórmulas. Y fue ahí que hice consciente que mi cabeza estaba llena de fórmulas, pero fórmulas creadas por otras personas de cómo debe ser vivida la vida.
Para no hacer el cuento largo, como seres humanos podemos pedirle a alguien que nos enseñe cosas técnicas como andar en bicicleta, usar una computadora o manejar un automóvil. “Pero en las cosas que verdaderamente importan –la vida, el amor, la realidad, Dios...– nadie puede enseñarte nada”, dice el autor.
Todo lo que la gente nos puede ofrecer son fórmulas (o lo que nosotros llamamos consejos) para vivir la vida, pero la desventaja de esas fórmulas es que ofrecen una realidad filtrada por la persona y su experiencia.
Me gusta el ejemplo de ese señor de 60 años que te dice que ya no bebas alcohol después de que él se pasó toda su juventud bebiendo botella tras botella. No lo juzgo, pero tuvo que pasar un par de años para que esa persona se diera cuenta de que el alcohol no le ayudaba a su cuerpo. No lo aprendió de un libro, no le hizo caso a sus padres, todo fue a través de su propia experiencia.
Quizá, al leer estas palabras puedas decir: “Ah, pero yo ya sabía eso”. ¡Que padre que puedas estar viviendo tu vida bajo esta práctica!
Pero si durante este tiempo has estado basando tus decisiones en lo que un libro dice, lo que la sociedad dicta, lo que tu amiga te aconsejó o lo que tú misma, o tú mismo, dijiste que nunca harías pero hoy tienes ganas de hacer. Desde mi realidad y desde las fórmulas que yo mismo he creado, puedo decir que todo puedo hacerlo a mi manera.
Esto no quiere decir que dejemos de aprender, al contrario, al vivir así todo a nuestro alrededor se convierte en un maestro para nosotros pero desde un punto de vista distinto, el propio.
Nadie podrá vivir nuestra realidad y nosotros jamás podremos vivir la realidad de alguien más, y si decidiéramos adoptar todas y cada una de las fórmulas que los demás nos ofrecen sería negarnos a nosotros mismos algo maravilloso: vivir nuestra propia vida, ver por nosotros mismos, a final de cuentas, aprender de verdad.
El mejor tacodepalabras hasta la fecha, para mí 🙌
ResponderBorrarMuchas gracias!!
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