Domingos de fútbol

Es bien sabido que nuestra mente es especialista en buscar aquello que nosotros llamamos señales, indicios, pistas o huellas que nos ayuden a confirmar alguna creencia, sospecha o pensamiento que nos invada en el momento presente. 

Eso me sucedió el domingo pasado. Recibí varios mensajes y más de una llamada de algún amigo para invitarme a ver un partido de futbol americano. Y no sé por qué razón, en realidad es que si sé la razón, vinieron a mi mente dos momentos donde el fútbol americano estaba involucrado y donde el hilo conductor, el tema principal o el protagonista fuiste tú. 

Un domingo de fútbol en 2022 cuando tu mejor amigo (que también es mi mejor amigo), tú y yo quedamos en reunirnos para “pistear y platicar a gusto”. Nos reuniríamos al caer la tarde pero en el chat donde de pronto compartíamos alguna cosa graciosa o nos poníamos de acuerdo para vernos los jueves, nos dijiste que no podrías acompañarnos. 

Me da mucha risa recordarlo porque viene a mi mente el consejo que te di cuando nos explicaste la razón por la cual no asistirías: “Peleate más”. Lo dije desde el sentimiento auténtico de un amigo que reclama la presencia del otro en la reunión que planearon durante la semana. No me imaginaba lo que vendría después. 

Un domingo de fútbol en 2023. No entendíamos bien el partido de fútbol de aquel día, pero el show de medio tiempo, la comida, la cerveza y tu compañía lo hicieron especial. Para esa fecha mi consejo nunca hubiera sido “peleate mas”, menos con tu novio. Ese consejo ya no me convenía pues era yo quien ahora podía sostener tu mano, verte despertar algunos días por las mañanas y ver la manera en que dormías por las noches. No imaginaba lo que vendría después. 

Un domingo de fútbol en 2024. Recibí algunos mensajes y llamadas invitándome a ver un partido de fútbol americano en aquel día. La enorme diferencia es que en esta ocasión ya no te encontrabas físicamente aquí. 

Ya no puedo bromear en el grupo de los amigos que fuimos al principio para decirte que pelees con tu novio y te tomes una cerveza con nosotros. No estás para después del partido ir juntos hasta la puerta de tu casa y despedirnos con un beso. No estás a través del mensaje donde preguntas si he llegado a casa. No estás los martes por la noche para tomarnos una caguama, o dos. Ya no hay jueves de despertarme a las seis de la mañana y salir de tu casa sin hacer ruido. 

No estás en esas cosas simples pero tampoco en las relevantes como las noches sin dormir, aquellos días en que no sabía si lo que hacía estaba bien o mal. No hay oportunidad de acomodar una almohada, ofrecerte agua o tocarte la cara y preguntarte si estás bien. 

No estás y fue el fútbol americano quien me lo recordó. Eso tampoco me lo imaginaba.


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